El futbolista Telmo Zarra, uno de los mejores de la historia 
en España, falleció el 24 de febrero a los 85 años en su domicilio. La muerte 
del que fuera jugador del Athletic de Bilbao, famoso por su gol con la selección 
española ante Inglaterra en la Copa del Mundo de 1950, es una gran pérdida para 
el deporte español. 
					Quienes conocieron a Telmo Zarra le apreciaron sobre todo por 
su nobleza, su humildad y su modestia. Nació en Asúa (Vizcaya) el 20 de enero de 
1921 -séptimo de diez hermanos- y murió en Bilbao el 23 de febrero de 2006 como 
mito del fútbol español, en el que reinó como goleador en las décadas de los 40 
y los 50. El Ahtletic fue su único club en la máxima categoría, donde marcó una 
época inigualada. En sus 16 años de rojiblanco, jugó 352 partidos y marcó 334 
goles. Un título de Liga y cuatro de Copa adornan su historial de goleador nato, 
con seis trofeos de máximo goleador. Terminó su carrera en el Baracaldo, de 
Segunda División, en la temporada 1955-56. 
					Palmarés aparte, Telmo Zarronaindia, simplemente Zarra, vivió 
85 años de gloria y no sólo por su fútbol y sus goles. En realidad, aunque hizo 
de este deporte su vida a los 13 años y, seis años más tarde (1940), su 
profesión. Quien lo trató con mayor o menor intensidad valora a Zarra por su 
carácter abierto y una modestia infinita, la que le llevó a reconocer, al menos 
en la intimidad de una mesa bien surtida, que su gol a Williams ante Inglaterra 
en el Mundial de Brasil (estadio de Maracaná, 1950) lo metió "con el tobillo". 
Una versión en nada similar a la contada in situ por Matías Prats, la voz del 
deporte en aquellos años, que convirtió a Zarra en icono nacional español que 
derrumbó a la 'pérfida Albión' con un colosal remate. 
					Muchos años después, también dejó el sello de su carácter 
durante los Premios Nacionales del Deporte, una de las primeras ediciones 
presididas por el nuevo rey Juan Carlos I. Zarra lo había tenido sobre sus 
rodillas en las horas previas de un encuentro internacional en Lisboa, en los 
primeros años 40. El jefe de protocolo debía de andar despistado y Zarra 
permanecía, entre el resto de los premiados, en un segundo plano. No pretendía 
la foto con Su Majestad, pero finalmente fue presentado al monarca, que lo 
abrazó con verdadero afecto, sin duda recordando los buenos momentos que el 
ariete del Athletic le habría hecho pasar en sus años mozos. 
					Hasta el último día de su vida, Zarra vivió orgulloso de la 
habilidad goleadora con la que le dotó su naturaleza, pero jamás presumió del 
fútbol que salía de sus botas. Al contrario, reconoció sus carencias técnicas 
sin sonrojo durante su trayectoria y después del último partido. Hasta el punto 
que, en su retirada, 1956, y siempre que se lo preguntaron después, afirmó que 
le había llegado la hora del adiós cuando al fin había aprendido a jugar "algo" 
al fútbol. Que, hasta entonces, sólo había sabido meter goles de cabeza. 
					Su vida fueron los goles. Goles con el Athletic, con la 
selección... Sus promedios entre dianas y partidos o minutos disputados 
permanecen aún inigualados. Lógicamente, la compañía de Iriondo, Venancio, 
Panizo y Gainza, con quienes formó la delantera más productiva en la historia 
del Athletic, hizo mucho en su favor. Y en la selección, aunque le supera Isidro 
Lángara (17 goles en 12 partidos), se sostiene en la segunda posición de la 
tabla de goleadores con 20 tantos en 20 encuentros.