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Noticia
extraida del diario El Mundo
TRIUNFO
2-0 EN LA FINAL DE LA UEFA FRENTE AL MARSELLA
El Valencia sella el doblete
ÁNGEL GONZÁLEZ
MADRID.- Cierre 'cum laude' para un equipo con mano de
hierro también en Europa. El Valencia cumplió con lo
prometido por simple y eficaz juego de grupo, ni una sola
concesión al rival, y mano pesada suficiente para redondear
el mejor curso de su historia, el del doblete: Liga y UEFA. Su
2-0 sobre el Marsella en Goteborg fue la perfecta simbiosis
del colectivo, del trabajo limpio y sin alardes. Vicente, en
el descuento de la primera parte, desatascó la final para que
Mista sellara al inicio del segundo acto la primera Copa de la
UEFA del mejor Valencia de la historia.
Dispuso Benítez su habitual ajedrez de perfección
táctica, no estética, sobre un Ullevi Stadium donde el
viento corrió en los primeros 45 minutos mucho más que la
pelota. Ese plus de atención defensiva con la entrada de
Angulo produjo un déficit de fantasía, de ese don genético
de ver el hueco donde no existe, lo que es privilegio
exclusivo de artistas tipo Aimar. El técnico madrileño es un
amante incorruptible de un orden mecánico, casi robotizado,
para a partir de esa innegociable premisa construir, crear
fútbol o mejor ganar partidos... títulos jugando bien, mal y
regular.
La cuestión es que el equipo francés también fabricó un
entramado defensivo formidable, a su imagen y semejanza, pero
que se vino abajo con el primer socavón en el cimiento.
Baraja empezó vigilado de cerca por Meriem, su mejor pelotero
y el único con licencias libertarias, y Ferreira ejerció de
secante sobre el mejor abrelatas valencianista cuando no está
el tirillas Aimar: Vicente. Mista, en ocasiones, pareció
Robinson Crusoe arriba cuando no se estorbaba con Angulo por
la escasa salida de balón. Las bandas selladas y el medio con
exceso de tráfico y de piernas.
Eso sí, de una 'minioportunidad' se fabricó un gol
crucial bendecido con el añadido de la expulsión de Barthez
y que abrió de par en par las puertas del cielo, del doblete.
Curro Torres lanzó un balón cruzado desde su banda, Meite se
la tragó enterita y Mista, tras un control soberbio, quebró
la cintura del Barthez, que le cazó un pie. Collina vio lo
que todos los presentes, penalti y expulsión, Vicente cobró
la pieza y el viento del Ullevi se puso en la popa del
Valencia. Un gol a favor y el enemigo sin su mejor pieza
puesto que José Anigo le hizo un favor de amigo íntimo a
Benítez al quitar a Meriem.
En el segundo se les vio el plumero. Los franceses estaban
preparados para el trabajo de zapa, la trinchera, pero no para
labores de asalto continuado. A la primera que les cogieron la
espalda los mataron. Baraja, ya más suelto que un angelito en
los jardines del cielo, envió a Vicente en profundidad por su
carril. El extremo, con la espalda tomada a su defensor,
lenvantó la cabeza, frente despejada, y la puso perfecta a 40
metros para un Mista que ejecutó el arte del control
orientado y fusiló sin piedad al recién salido Gavanon. 19
goles en Liga, 5 en UEFA y adiós a cualquier complejo de
delantero sin tino. Qué lejos queda ya ese pasado curso en el
alambre.
A partir de aquí, coser en el campo y cantar en las
gradas. Los franceses adolecieron de imaginación para romper
la muralla, y además el Valencia nunca despreció la pelota.
Si la quieres, habrá que correr detrás. Impotencia porque
aburres hasta al Santo Job cuando no te ven una sola grieta.
Drogba, en las pocas veces que cogió con la guardia bajada a
Ayala, siempre tuvo la sombra de alquién que le estorbó lo
suficiente. Sus arreones no asustaron al equipo del equilibrio
sumo, máxima atención de sus centrales en los rechaces y un
Albelda siempre con la manguera lista unos metros por delante.
El riesgo, siempre medido, con la precaución de tener cuatro
pretorianos atrás para que nunca te vean con las verguenzas
al aire.
En definitiva, el Valencia se resguardó en el segundo acto
alrededor de la pelota y dormió a su rival cuando no lo tuvo.
Será Albelda y su efecto adormidera, siempre disuasorio con
el enemigo. Con Vicente, ya con barra libre por la autopista,
se pudo poner la puntilla. No hizo falta, el lodo de los
primeros minutos se desatascó nada más se hizo el primer
gol. A partir de aquí, todo fue agua limpia del Turia.
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