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Noticia
extraida del diario El Mundo
VICENTE
Y BARAJA SELLAN EL TÍTULO EN SEVILLA (0-2)
El Valencia, campeón de Liga
JORGE RAMÍREZ ORSIKOWSKY
MADRID.- La Liga tiene ya dueño, el que fue más regular
toda la temporada, un firme Valencia que ganó 0-2 en Sevilla.
El equipo de Benítez, que puede lograr el doblete si vence al
Marsella en la final de la UEFA el día 19 de mayo, cerró el
curso con otro partido incontestable que le da el sexto
título de Liga de su historia. Los goles de Vicente, el
futbolista español más en forma, y Baraja sellaron el
alirón en el Sánchez Pizjuán, sólo dos años después de
su última corona doméstica.
Corría el minuto 89 y el Sevilla buscaba el empate
encerrando al Valencia casi en su área. Un balón perdido dio
lugar a un contragolpe en el que Aimar aguantó el balón una
eternidad, pasó a Xisco y éste dejó la pelota a Baraja, que
recibió, esquivó a un defensa y chutó raso y con violencia
superando a Esteban. Ese gol acabó con la incertidumbre y
provocó el éxtasis de jugadores y aficionados valencianistas
sin esperar al pitido final.
La visita al Sánchez Pizjuán era de las consideradas
difíciles. Los locales se juegan entrar en la UEFA y en las
últimas jornadas habían dado la sensación de ir a más de
la mano de la 'Bestia' Baptista, una de las revelaciones del
torneo. Los rivales del club presidido por Ortí la habían
marcado hace tiempo en su calendario como una de las citas en
las que el Valencia no ganaría y se dejaría el título. No
fue así. Vicente volvió a demostrar que quien golpea
primero, golpea dos veces y consiguió el 0-1 cuando apenas
habían transcurrido 11 minutos de juego. Aprovechó una
asistencia de Xisco, que le dio un magnífico pase de tacón.
Esa jugada fue claro ejemplo de lo que ha sido el Valencia
este año: un bloque compacto en el que todos son necesarios,
un equipo con mayúsculas. Vicente representa al titular
indiscutible salvo por las necesarias rotaciones; Xisco es el
suplente que se siente útil porque dispone de minutos y busca
aumentar su papel en el once fomentando la competitividad en
la plantilla. La participación de todos ha conseguido que el
Valencia llegue al final de temporada con una velocidad más
que sus rivales. Rafa Benítez ha demostrado que la mejor vía
para cosechar éxitos pasa por las rotaciones. Algunos de sus
rivales, léase el Real Madrid, no estaría mal que
aprendieran la lección para la próxima campaña.
Control local frente a contundencia visitante
Fue un digno rival el Sevilla. Martí y Casquero
controlaron el partido en la primera mitad mientras el peligro
llegaba a la portería de Cañizares de la mano de Baptista y
Antonio López. El balón rondaba el área rival pero la
muralla formada por Curro Torres, Ayala, Marchena y Carboni se
presentaba como inexpugnable una vez más. Sólo una vez hizo
agua y Carlitos marcó con la cabeza, pero el linier levantó
la banderita y anuló el tanto. La posición irreglamentaria
era muy justa, milimétrica. De todas formas, aunque hubiera
sido un gol legal, minutos antes el otro asistente había
invalidado un tanto de Jorge López por un fuera de juego
inexistente.
En la segunda mitad los de Caparrós arrinconaron a su
oponente y hubo momentos en los que el empate parecía estar
muy cerca. Influyó mucho la presencia de Antoñito y Darío
Silva en el ataque local, dos futbolistas bulliciosos y muy
pícaros. Benítez, para controlar el partido, sacó a Baraja
y Aimar. Fue una decisión acertada porque la acumulación de
hombres en el centro del campo atascó el juego ofensivo
sevillista. Al final, los tres puntos viajaron a Mestalla y
con ellos el título. Cuando un equipo es el más goleador (70
tantos, los mismos que el Real Madrid) y el menos goleado
(24), está todo dicho. El Valencia es un gran campeón.
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